I’m not okay
Cuando llegue a ese pequeño pueblo, nunca imagine que mi vida daría un cambio tan drástico, nunca pensé que se podía pasar tan rápido de estar bien, a estar mal, y diréis… mejor aun , os preguntareis por que lo pienso… si lo pienso es por esto…
Me senté exhausta, en el borde de mi cama… mi nueva cama, mire el reloj digital, era la una menos cinco de la madrugada, la nueva casa no estaba mal, era espaciosa, luminosa, estaba en un vecindario tranquilo… no se que mas podía pedir... a sí, no habernos mudado nunca.
Pero eso era imposible, mi madre era profesora de instituto, y rondaba de aquí para allá, de plaza en plaza, pues si había una plaza vacante mi madre tardaba lo mínimo en ocuparla, pero por fin había encontrado una plaza fija. Y nos habíamos mudado a Colville. Colville era un pueblo húmedo, verde en el que pocas veces sale el sol, pero ¿que podía decir? Estaba en Washington posible mente el lugar mas aburrido de los estados unidos en cuanto a pueblos se tratase.
Solo llevaba un día allí y ya lo odiaba, al día siguiente tendría que enfrentarme al instituto, y el día siguiente estaba por empezar. La una y un minuto.
Me despertó la voz de mi madre.
-venga Ariadna, ¿no querrás llegar tarde a tu primer día de instituto?
Me di media vuelta y seguí durmiendo, como veía que no me dignaba a levantarme tiro con fuerza de las sabanas y me destapo, odiaba que hiciera eso, pero consiguió su propósito, me levante. Desayuné, me asee y cuando estaba a punto de irme me llamo mi madre.
-Ariadna, -me dijo asomando la cabeza por las escaleras- que te valla bien.
Y me dedico una sonrisa que me hizo sentirme calida y me reconforto subiéndome la moral.
Me monte en mí vieja y gastada bici de paseo, color rojo descolorido y emprendí el camino hacia el instituto. No me costo mucho llegar puesto que el pueblo era el mas pequeño que había visto en mi vida. Divisé enseguida el instituto, en cuanto gire la esquina. A duras penas se podía llamar a eso instituto, estaba formado por un gran edificio de tres plantas de fachada de ladrillo rojo, ¿dónde estaba el ambiente estudiantil? en definitiva, la alegría. Aparque la bicicleta y me apresure en atravesar las puertas de cristal. Una vez dentro me fue fácil encontrar la secretaria, tras una puerta con el letrero en ingles. Entre y lo primero que percibí fue un fuerte olor a libros sin estrenar, mezclado con un ligero olor a chocolate y a colonia dulzona, arrugué la nariz, se parecía a la que utilizaba mi madre. Sin que me diera cuenta, por detrás apareció una mujer de cuarenta y muchos menuda y de expresión afable.
-hola –me dijo sobresaltándome ¿te puedo ayudar en algo? –me miro por encima de sus gafas.
-sí, buenas –la seguí con la mirada mientras se situaba detrás de una especie de mostrador- soy Ariadna Gómez.
Me sonrió y se puso a rebuscar en un cajón del enorme archivador que tenia detrás.
-tu madre es la profesora Gómez, ¿no?
-Sí –dije.
-Veamos –dijo mientras sacaba mi expediente- , aquí estas.
Me tendió mi horario, un plano del instituto y la llave de mi taquilla.
-gracias –le dije cociéndolo todo
-espero que te adaptes bien –me dijo con una calida sonrisa mientras me iba-, y procura no perderte.
-Perderme- repetí con tono sarcástico.
Los pasillos estaban llenos de gente que me miraba, algunos de reojo, otros indiscretamente, pero todos con curiosidad. Me dirigí a mi taquilla, la 210, nunca había tenido una taquilla pero me alegre de tener una, metí la llave que la secretaria me había dado y abrí la taquilla, me quite la bandolera y la metí dentro, eran taquillas de cuerpo entero, en la parte inferior había una percha para colgar la chaqueta, la colgué y saque los libros de la asignatura que me tocaba, la clase de ciencias era la 27 b, consulte el plano, estaba cerca.
Cuando entre en la clase ya estaban casi todos los pupitres llenos, el profesor me asigno uno tras unos buenos días. Abrí los libros y ladee la cabeza, de modo que el pelo me cubría parte de la cara. la clase paso deprisa, solo tome unos pocos apuntes sobre la valoración del curso.
Durante el cambio de clase volví a mi taquilla para consultar el horario, allí se respiraba estrés, y hasta cierta hostilidad a los extraños, aquello no era como mi colegio en España, allí todos éramos como una gran familia, pero parecía que en Colville no existía la palabra compañerismo y menos en aquel hostil instituto. Cuando estaba a punto de irme dos fornidos y musculosos chicos se acercaron a mi, pero claro, no era para dirigirme la palabra, eso habría sido tener mucha suerte, en cambio encerraron a un chico con pinta de empollón de clase en la taquilla continua a la mía, hasta entonces pensé k eso solo ocurría en las pelis...y entonces cambio mi suerte, uno de los dos chicos, el mas alto, uno moreno de preciosos ojos azules me hablo.
- hola -dijo- ¿eres nueva? no te había visto antes por aquí.
- si -dije mientras me retiraba el pelo de la cara- soy Ariadna, ari para los amigos.
- yo soy Trevor.
Mientras hablábamos por detrás de trevor asomo su compañero, no tan impresionante pero igual de apuesto.
- hola -dijo- yo soy sam.
- hola - conteste- encantada.
- ¿no eres americana verdad?-pregunto sam- tienen un acento extraño.
- no -dije nerviosa- soy española.
- yo diría que eres escocesa...-dijo trevor.
- no todas las españolas son morenazas cañones...- dije con fastidio cerrando la taquilla, ¿es k ser pelirroja era tan poco típico de España...?vale si, pero eso no era excusa- siento decepcionaros chicos.
- para nada - dijo trevor- ¿de que curso erres? podríamos acompañarte a clase...
-voy a noveno no al jardín de infancia...-dije bromeando.
-¡Ja, ja, ja! que graciosa eres...-se giro hacia su compañero y le sonrió con complicidad-¿no es graciosa sam...?
-Sí y además esta de suerte vamos a la misma clase.
Trevor se acerco a mi y me cogio de la cintura por detrás. Me azore un tanto pero disimule.
-Por favor señorita, si es tan amable siga todo recto el pasillo como indica mi amigo-dijo con voz cómica. Y entonces sam se puso a andar.
-Esperar...-dije preocupada-y el chico de la taquilla...
- No te preocupes nena-dijo sam tirando de mi-ya saldrá...
Mire hacia atrás y vi como un chico total-mente vestido de negro sacaba al empellón de la taquilla, este al verlo se fue corriendo, parecía tenerla tanto miedo como a mis dos acompañantes. El chico noto que le estaba mirando y se volvió, sus profundos ojos verdes me observaron por debajo del oscuro cabello que los cubría esbozo una sonrisa y se alejo por otro pasillo.
El señor simons fue el profesor mas amable que me encontré en aquel instituto, sobre todo por que me informo de mi gran metedura de pata.
-Señorita González-me dijo a través de su tupido bigote-¿estará usted al tanto de que todos los profesores tienen que firmar en una hoja que la secretaria le habrá dado?
Me quede helada y negué con la cabeza, un atisbo de recuerdo surgió en mi memoria.
-Espere...-dije rebuscando entre las hojas de mi carpesano-creo que la metí por aquí sin prestarle demasiada atención...
El señor Simons enarco una ceja y me miro con expresión divertida. Por fin encontré el dichoso papelito y se lo entregue sonriente, lo firmo y me indico que me sentara en un pupitre, delante de el todo. El profesor Simons empezó la clase hablando de Sekspeare…Trevor, k estaba en el pupitre de detrás le pego una patadita discreta a mi silla, me gire rápidamente y la sonreí, el puso cara de aburrimiento y me di la vuelta riéndome, pero al volver la cabeza atisbe por el rabillo del ojo una rubia k me miraba furibunda. No volví a girarme en toda la clase.
2 comentarios:
Luciiiiiiiiiiiaaaa (LL).
Esta historia me la pasaste, ¿recuerdas?
Está muy bien; te agrego a blogs favoritos a ver si te lee más gente.
Y recuerda que tienes el otro blog donde te puse de colaboradora para hacerte publiii ^^
Un besooo (LL)
graxx!!!
aun tengo esto muy crudo...T.T...
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