Cuando sonó el timbre me dirigí a mi taquilla sin mediar palabra con nadie, entonces cuando gire por un pasillo me choque de pleno con una persona que venia en dirección contraria, me maldije por mi torpeza y me agache rápidamente para recoger los papeles k se nos habían caído.
- lo-lo siento-dije en español como acto reflejo.
- No pasa nada- respondió la persona en un español vacilante y con un marcado acento americano, me hizo gracia y sonreí, entonces levante la vista para ver quien destrozaba el español con ese acento.
Frente a mi estaba el chico de negro, el flequillo de pelo oscuro le cubría en parte unos profundos y enigmáticos ojos verdes que me miraban sonrientes. Me cojio los papeles que le tendí y yo cogí mi carpesano.
- adiós -me dijo mientras se alejaba.
- Adiós – le dije sonriendo.
También me crucé por el pasillo con la rubia psicotica que me miraba como si ya me odiase y aquello me reventaba.
A la hora del almuerzo comenzó a llover, no me había traído paraguas, y desee con todas mis fuerzas que parara de llover antes de que sonara el timbre del final de las clases.
Trevor me acompaño en la clase de ciencias de la sociedad, donde también estaba el chico de negro. Averigüe con gran sorpresa, que no todos los alumnos del mismo curso coincidíamos en las mismas clases, solo conseguí ver mas de dos veces en mis clases a Trevor, Matt, el chicote negro y una chica con gafas que tenia pinta de ser simpática.
Por desgracia para mi y otros estudiantes descuidados, cuando sonó el timbre continuaba lloviendo, no estaba acostumbrada a llevar paraguas y además me parecía muy aparatoso, pero en aquel momento habría dado cualquier cosa por uno.
Me dirigí apresuradamente a la secretaria para entregar el papel con los justificantes de asistencia y se me ocurrió que tal vez podrían dejarme un paraguas.
-Disculpen-dije tímidamente-¿Tienen algún paraguas que puedan prestarme?
La secretaria sonrió y se volvió para preguntarle a la chica que estaba con ella, sentada al ordenador y tecleaba frenéticamente.
-No- me dijo la mujer mirándome por encima de sus gafas.- el único que teníamos se lo ha llevado un chico hace poco.
-valla –dije con fastidio- gracias de todos modos.
-de nada-me dijeron sonriendo.-hasta mañana.
-hasta mañana-respondí mientras cerraba la puerta de la secretaría tras de mi.
Me plante ante la puerta principal del instituto, la lluvia repiqueteaba rítmicamente contra los cristales y un espeso manto de nubes de un color gris plomizo cubría el cielo. Entonces volví a maldecir mi inteligencia por ni siquiera ocurrírseme el ponerme una simple sudadera con capucha. Respire hondo y apoyé la mano en la enorme manivela de la puerta cuando una voz me detuvo.
-si sales ahí fuera sin nada vas a acabar empapada y cojeras una neumonía- la voz provenía de, mis espaldas y tenia un timbre grave y a la vez melodioso, me volví para ver a quien le preocupaba mi salud, y allí estaba el chico de negro, apoyándose irónicamente sobre el mango de un paraguas. Me sonrió enigmáticamente con una sonrisa que me hizo sonreír a mí también.
-El problema es que no veo por aquí a ningún caballero con paraguas- dije haciéndome la interesante.
- Mademoiselle – dijo inclinándose ante mí a modo de reverencia, un tanto cómica- yo no soy ningún caballero, pero tengo un paraguas.
Y lo alzo para relevar la cuestión.
-no se por que ya me había dado cuenta-dije de modo sarcástico.
-si la dama me lo permite, estaría encantado de acompañarla a su casa-dijo acercándose a mi y tendiéndome el brazo como los antiguos lords de Inglaterra.
-será todo un placer-dije cogiéndome a su brazo y siguiéndole la corriente.
Me miro con cara divertida y una sonrisa picarona se extendió por su rostro, pensé que era un tipo de lo mas peculiar y que además era muy guapo, de una forma casi tétrica. Salimos al exterior y la lluvia nos azotó, mojándonos los bajos de los pantalones y yo me apretuje mas bajo el paraguas, el no pareció percatarse y seguimos andando.
-¿¿es esta tu forma de ligar??-le dije intentando parecer resuelta.
-¿humm.......?-me miro sorprendido, le había pillado con la guardia baja.
-hablo de evitar pulmonías a las chicas con gentileza.-dije alzando las cejas.
-¡Ho!no...- me miro divertido- solo lo hago cuando llueve…o sea todos los días.
Nos reímos juntos aquel chico tenia un talento para hacer bromas.
-en eso te doy la razón- le dije mientras cruzábamos un jardín - desde que ha venido aquí no ha parado de llover.
-¿hace cuanto te has mudado?-me pregunto.
-no mucho la verdad…unos días…-exactamente 5 días…5 interminables días.
-pues si eres nueva ten mucho cuidado-se inclino hacia mí y me susurro al oído-podrías perderte.
Estalle en carcajadas, perderme, en un lugar como este…ya me lo habían dicho dos veces en aquel día.
Entonces escuche un chapoteo y mire al suelo, habíamos metido los pies en un charco enorme y no veía como salir de el sin mojarme mas de lo que ya estaba. Solté un quejido histérico por lo bajo.
-¡mierda!-exclamo mi acompañante con furia, me miro y, tal vez al ver la cara de desolación e incertidumbre que tenia se hecho a reír. Yo también me reí, pero de lo estúpida que me sentía por haberme sumergido en el charco.
-que idiotas-dije aun riéndome y mirando mis pies mojados.
-¡cuidado!-grito yo no sabia a que venia tanto alboroto, pero ya fue tarde cuando lo descubrí, pues un coche que pasaba a una velocidad, seguramente, más rápida de lo establecido nos salpico de agua embarrada. Oí a mi acompañante gritar y maldecir al coche y a algo mas que no logre identificar. Lo mire y el me miro a mi
-Ho dios…-dije medio riendo-estamos chopados.
Por toda respuesta el rió y continuo andando.
Al final llegamos a mi casa sin más complicaciones…pues los dos sabíamos donde estaba la calle.
-¿seguro que no quieres entrar a secarte?-le pregunte, me partía el alma verlo mojado, con el pelo pegado a la frente y la camiseta pegada al cuerpo…y que cuerpo…me obligué a apartar la mirada del torso del recién descubierto paladín.
-no, no hace falta gracias-dijo con humildad- vivo a la vuelta de la esquina. Por cierto, ¿Cómo te llamas?
-Ariadna Gómez –dije sonriendo.-pero me puedes llamar Ari.
-yo soy Gerard Way, pero todos me llamas Ged.
-hasta mañana Ged –dije mientras abría la puerta.
-hasta mañana-dijo mientras se alejaba-a no ser que me ahogue de camino a casa.
-¡espero k llegues intacto!-le grite para que me oyera por encima del rugido de la lluvia.
Me hizo un gesto con la mano y se dio la vuelta. Cerré la puerta de casa tras de mi y sonreí contenta…ya había hecho amigos.
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